Probamos el Suzuki Ignis a fondo: Una crosscosita sin complejos de low-cost
Pruebas de coches

Probamos el Suzuki Ignis a fondo: Una crosscosita sin complejos de low-cost

El Suzuki Ignis llegó a México con toda la intención de inaugurar el segmento de los nano-SUV. A nivel mercadológico por supuesto que tiene sentido, sobre todo considerando el boom de las camionetas y la experiencia de la marca con este tipo de vehículos. Pero no, el Ignis no es una camioneta... y no hay ningún problema con que no lo sea.

Apenas puso una llanta en territorio nacional, los comentarios acerca del Ignis no se hicieron esperar: está muy caro, mejor un Mobi, etc. Ante la duda, lo hemos llevado por aquí y por allá durante una semana para ver en qué medida vale la pena pagar 238,990 pesos por un urbano que, dicho por ustedes, cuesta lo que un KIA Rio.

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El Suzuki Ignis no pasa desapercibido, y no son palabras vacías

Durante los días que probamos el Suzuki Ignis, sucedió algo muy extraño. Nos ha pasado que la gente voltea a ver los autos que traemos cuando se trata de un Mazda MX-5, un BMW M3 e incluso un Toyota Prius, pero nunca creímos que pudiera suceder con un Suzuki. Y sucedió.

A simple vista, es un cochecito que llama mucho la atención. Mide 3.7 metros de largo, similar a un Chevrolet Spark o un Hyundai Grand i10, pero sus proporciones son muy distintas. Justo ahí es donde nace la curiosidad. El Ignis parece más alto, lleva rieles portaequipaje en el techo y la caída del medallón está muy marcada.

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El diseño es bastante... peculiar. Y admite jugar con detalles que contrasten con el color de la carrocería.

Sus trazos en general son cuadrados y angulosos, intentando convencerse a sí mismo de que se trata de un SUV. Lo cierto es que, al final del día, con su diseño suceden dos cosas: o lo adoras o lo odias. O, en mi caso, buscas una tercera alternativa y te quedas con un frente bien resuelto, que integra de manera original los faros en la parrilla y combina elementos en contraste con el resto de la carrocería; pero te reservas los comentarios sobre la parte trasera, donde las proporciones se desfasan y lo estrecho de un urbano no se entiende del todo bien con la intención de verse tan alto como un SUV.

Eso sí, se agradece que haya una propuesta interesante de colores. La variedad no es mucha: blanco, rojo, naranja o azul, pero el techo y los postes pintados de negro, junto a la posibilidad de elegir detalles —como el marco de la parrilla— que contrasten con el resto de la carrocería, le da carácter y cumple con la intención de atraer a un público joven.

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El interior es la mejor parte para entender por qué cuesta lo que cuesta

Atención. Aquí es donde toda la propuesta del Ignis cobra sentido. Hasta ahora hemos estado acostumbrados a urbanos desarrollados por y para mercados emergentes —entiéndanse Brasil, India y México. Junto con el Chevrolet Spark, que también se mueve por este rango de precios, el Ignis es el único urbano desarrollado globalmente y que cumple con los estándares de calidad fijados por los mercados más exigentes. Entiéndanse Japón y Europa.

El Suzuki Ignis es de los urbanos más costosos, pero también el referente en acabados. El interior está muy bien resuelto.

Esto se hace evidente desde el primer vistazo al interior. No es el primer urbano en combinar colores en el tablero, pero sí el que lo hace con mayor gracia. Todos los plásticos son duros, pero no tan brillosos ni de apariencia tan económica. La mezcla de tonos claros y oscuros cobra vida con insertos brillantes de plástico naranja en las agarraderas de las puertas y la consola central, además de una propuesta interesante de diseño para los controles del aire acondicionado, que además tienen su propio display. Las rejillas de ventilación, además, tienen un acabado que simula ser fibra de carbono al estilo de Mazda.

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La percepción de la calidad es buena, aunque a ratos invade una sensación de demasiado plástico. Aun así, para tratarse de un auto que en estricta teoría se coloca por debajo del Suzuki Swift, presume acabados mucho mejor resueltos tanto a nivel ensamble —al menos con el escaso kilometraje con que lo probamos— como a nivel materiales.

En lo que respecta a equipamiento, el Suzuki Ignis es el modelo más completo del segmento... pero también, junto con Spark, de los más costosos. Desde lo básico ofrece lo que cualquier otro urbano equipado: computadora de viaje, controles de audio al volante, equipo eléctrico (aunque los seguros, como todo Suzuki, no son automáticos), faros de niebla, rines de aluminio y alarma, pero suma un sistema de infotenimiento con pantalla de 7" (compatible con Android Auto y CarPlay), faros de LED, climatizador automático, cámara de reversa y sistema de navegación.

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El equipamiento de confort y tecnología es muy completo, pero el de seguridad apenas cumple. No tiene menos que sus rivales, pero sí podría ofrecer más.

Eso sí, en seguridad se queda algo corto. No ofrece menos que cualquier otro modelo del segmento, pero podría ofrecer más. Hace dos años, por lo que cuesta este Ignis, el Suzuki Swift contaba con frenos traseros de disco y 6 bolsas de aire (junto con otros extras de equipamiento). Por eso creemos que el Ignis, con sólo ABS + EBD y dos bolsas de aire, se queda corto. Aun así, su estructura ofrece niveles de protección adecuados según sus resultados en la prueba de choque de Euro NCAP.

En materia de espacio, es un urbano y su habitáculo está limitado como tal, sin embargo, las formas extrañas de la carrocería cobran sentido con conductores altos en la banca trasera, pues gozarán de buen espacio para cabeza, aunque dimensiones justas para piernas y cintura. En la parte delantera hay suficiente espacio y la posición de manejo califica como alta (pero no tan alta como la de un SUV). La cajuela ofrece buen volumen, no tanto hacia lo largo, pero sí hacia lo profundo. Por cierto, no tiene iluminación en la cajuela.

En teoría es más pequeño que un Suzuki Swift, pero el espacio interior parece el mismo y la cajuela, incluso, más grande.
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La calidad de marcha es otro atributo, siempre y cuando lo entiendas como un urbano

Al volante también hay sorpresas. No tiene la chispa del manejo del Swift, pero se mueve con soltura. Los 82 hp y 83 lb-pie de su motor de 1.2 litros son suficientes para arrastrar los 895 kilos que pesa. Además, aunque cuenta con transmisión CVT, la respuesta es correcta. Como toda transmisión de este tipo, existe la sensación de que la caja se trabó en algún punto del tacómetro, sobre todo para despegar, donde se ancla a las 2,500 - 3,000 revoluciones, pero pronto —por ahí de los 30 km/h— desciende para continuar ganando velocidad, lento, pero desde las 1,500 revoluciones, lo que beneficia el rendimiento de combustible. Según la computadora de viaje, conseguimos un consumo de 15.4 km/l en ciudad.

Al volante no tiene la chispa del Swift, pero no va mal. Su andar es más refinado que el de modelos más económicos.

A nivel conducción, la apuesta es fuerte hacia el confort. La suspensión es blanda y absorbe correctamente las irregularidades, pero lanchea un poco debido a su suavidad y a la altura respecto al piso, que justifica de cierto modo su denominación nano-SUV. De cualquier forma, al volante se percibe un mejor trabajo de suspensión —mayor refinamiento— que modelos más accesibles.

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En carretera, al llegar a zona de curvas, no decepciona, aunque ciertamente no es su hábitat natural. La inclinación de la carrocería es notoria y, aunque no es alarmante, invita a ser prudentes al conducir rápido, sobre todo porque no hay control electrónico de estabilidad que corrija nuestros errores.

Por último, los frenos actúan de manera correcta y distribuyen adecuadamente la fuerza en frenadas de emergencia, pero en el día a día, creemos que les faltan dos rayitas de intensidad. La dirección, por su parte, retroalimenta lo suficiente y apuesta por un tacto suave, ideal para maniobras —tiene muy buen diámetro de giro— y para tráfico pesado.

Conseguimos un rendimiento de 15.4 km/l en ciudad. El tanque es de 32 litros y se llena con 500 pesos.
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No es que sea caro, es que no acostumbramos pagar tanto por autos tan pequeños

El Suzuki Ignis que probamos cuesta 238,990 pesos. Convencer al público, en principio, podría parecer complicado considerando que la mayoría de su competencia se queda por debajo de 200,000 pesos en su versión más equipada, y que por su etiqueta ya se está metiendo en territorio de KIA Rio o Ford Fiesta, que ofrecen más potencia, mejor calidad de marcha y, sobre todo, más seguridad, aunque también mayor consumo y menor equipamiento de confort.

Al final, tras comprobar la calidad de los acabados, el refinamiento de su conducción, el completo nivel de equipamiento y la apuesta estética que, guste o no, al menos intenta romper el molde, el Suzuki Ignis se convierte en una propuesta muy interesante para quien sepa valorar sus virtudes y busque un urbano sin complejos low-cost.

7.6

Calidad8
Equipamiento8
Seguridad6
Motor7
Comportamiento7.5
Consumo9
Espacio interior7
Cajuela6
Comodidad9
Precio8

A favor

  • Los acabados son la referencia del segmento.
  • Es el urbano más costoso, pero también el más equipado.
  • Conseguimos 15.4 km/l en ciudad.

En contra

  • Sólo ofrece dos airbags y frenos ABS. Más seguridad justificaría mejor el precio.
  • El modelo base no se puede pedir con transmisión automática.
  • Un poco menos de altura beneficiaría la conducción.

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Ficha técnica del Suzuki Ignis

Versión probada

GLX CVT

Motor

4 cilindros

Suspensión delantera

Independiente tipo McPherson

Cilindrada

1,242 cm³

Suspensión trasera

Barra de torsión

Potencia máxima (hp @ rpm)

82 hp @ 6,000 rpm

Longitud

3,700 mm

Par máximo (lb-pie @ rpm)

83 lb-pie @ 4,200 rpm

Cajuela

271 litros

Transmisión

Automática CVT

Consumo urbano

15.4 km/l

Tracción

Delantera

Consumo en carretera'

24.7 km/l

Frenos

Disco / Tambor

Consumo combinado'

21.8 km/l

Peso

895 kg

Capacidad del tanque

32 litros

Velocidad máxima'

170 km/h

Emisiones de CO2'

118 g/km

Aceleración 0-100 km/h'

12.2 s

Precio

238,990 pesos

Fotografía | Gerardo García

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